David Lorenzo Soto Lepe
Brasil / sotolepe@terra.com.br
Viñamarino, editor del libro Chile desde Arica a Punta Arenas, fue secretario y pdte en Ctro. de chilenos en Brasil, corredor de propiedades, ex-Func. de las FF.AA., director/editor de – http://www.chileatento.com
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Domingo, 20.08.2010
Los mapuches o gente de la tierra (de mapu = tierra y che = gente) ocuparon Chile…
….entre los ríos Itata por el norte y Toltén por el sur, mezclándose con los picunches y los huilliches.
Los mapuches provenían de la región argentina de Neuquén, y cuando llegaron a nuestro país, cambiaron sus hábitos nómades por el sedentarismo. En el siglo XVI ellos conformaban el conglomerado poblacional más grande de Chile, con más de un millón de habitantes.
Organización socio-política de los mapuches
Los mapuches se organizaban en una estructura denominada sociedad segmentada, que indicaba un conjunto de grupos congregados por el parentesco y el territorio, los que a pesar de compartir costumbres comunes no poseían una unidad política.
El núcleo de esta estructura social llamada tribu era el linaje, integrado por familias que descendían de un antepasado común denominado Pillán. El jefe civil de este linaje era el lonko, un hombre anciano que dirigía el grupo familiar. Sin embargo, el lonko no tenía poder para mandar ni hacerse obedecer; su labor consistía únicamente en aconsejar y solucionar los problemas que surgieran entre los parientes.
El linaje implicaba la posesión de un territorio propio, el que era delimitado claramente y resguardado de la intromisión de cualquier mapuche vecino. En él se ubicaban las familias extendidas, formadas por el padre, la o las madres, los hijos varones casados, sus esposas y vástagos. Una familia de este tipo podía ocupar de siete a ocho rucas. Los linajes emparentados entre sí formaban una agrupación mayor, que era dirigida por el cacique o curaca, quien presidía las ceremonias religiosas y actuaba como juez cuando ocurrían desacuerdos entre miembros del linaje.
En situaciones de conflicto como, por ejemplo, una guerra, se designaba otro jefe para que los dirigiera, denominado toqui, el que perdía autoridad cuando finalizaba la disputa. Su insignia de mando era la clava, una especie de palo con empuñadura cuyo extremo opuesto representaba la cabeza de un pájaro.
Respecto de los territorios ocupados, los mapuches generalmente elegían para vivir las orillas de los ríos. Sin embargo, luego de la penetración española subdividieron sus territorios en distritos, repartidos en la costa, el valle central y la precordillera, a los que llamaron vutalmapu. A su vez varios vutalmapu conformaban los aillarehue o uniones de tribus.
Los grupos familiares vivían dispersos y separados por considerables distancias que les impedían constituir aldeas o pueblos.
Así vivieron nuestros antepasados
Los primeros habitantes de Chile ingresaron al territorio por las mesetas altoandinas del extremo norte y por los pasos cordilleranos en la zona centro y sur.
Serías capaz de imaginarte sin ropa para abrigarte, sin un supermercado cerca donde comprar tus alimentos, o sin utensilios para comer? Pues bien, imagínate ahora a los primitivos aborígenes haciendo uso de su creatividad para obtener día a día sus alimentos, cocinando en un fogón, y fabricando rudimentarias herramientas para poder realizar tareas tan simples para nosotros, como cortar.
Eso es lo que tuvieron que hacer nuestros antepasados para poder subsistir.
Existe la teoría de que los primeros hombres que llegaron a América, lo habrían hecho provenientes de Asia a través del Estrecho de Bering, un angosto paso que separaba ambos continentes. Así, luego de que arribaran sucesivas oleadas de inmigrantes asiáticos, se admite también la llegada por mar de grupos polinésicos y melanésicos procedentes de las Islas del Pacífico Central y Sur. Una vez que estos grupos se contactaron con el medio americano, fueron desarrollando civilizaciones propias que lograron altos niveles de desarrollo en Centroamérica y América del Sur (Perú).
Los primeros habitantes de Chile ingresaron al territorio por las mesetas altoandinas del extremo norte y por los pasos cordilleranos en la zona centro y sur, hace aproximadamente catorce mil años. Entre ellos es posible distinguir aquellos pueblos primitivos o recolectores, y los que logran una mayor jerarquía cultural aunque sin alcanzar una organización político-social elevada.
Al igual que sus ancestros, ellos subsistieron también gracias a la caza de grandes animales como mastodontes, perezosos gigantes y algunos ejemplares extintos como el caballo americano.
Pescadores marítimos
Los changos
Desde la desembocadura del río Loa y hasta Coquimbo, se situó un grupo de pescadores conocido como changos.
Este pueblo se caracterizó por la fabricación de balsas de cuero de lobo que utilizaban para uso propio y para intercambiarla por otros productos. Esta embarcación se construía de cuero de lobo marino, cuya piel era ablandada en agua dulce; luego se cosía y se recubría con aceite del mismo animal, dejando una pequeña abertura para introducir una caña que permitía inflarla.
Sobre los flotadores se incorporaba una plataforma de madera que podía transportar de uno a cuatro navegantes. El desplazamiento se lograba mediante el uso de un remo de doble pala. Para pescar los changos usaban un arpón de hueso a cuyo extremo amarraban un cordel de cuero. Además, hicieron uso de redes que ellos mismos tejían con fibras vegetales o intestinos de animales marinos.
Respecto de su organización, se puede decir que los changos se agrupaban en familias pequeñas con asentamientos dispersos, que reconocían como su territorio un sector de la costa que contara con agua dulce para beber.
Su vivienda la construían con estacas de madera o costillas de ballena cubiertas con cuero de lobo y algas marinas. En el interior, las familias se acostaban sobre algas secas o cueros de camélidos.
Sus creencias religiosas fueron bastante escasas, pero se contaba entre ellas el culto a los muertos, pues los enterraban acompañados de herramientas y otros objetos.
Agricultores del norte
Atacameños
En el desierto de Atacama, desde el río Loa hasta Copiapó, se desarrolló este proceso cultural de gran importancia.
A unos diez kilómetros al noreste de San Pedro de Atacama, se han encontrado vestigios de civilización humana de una antigüedad que fluctúa entre los 12 mil y los 10 mil años, existiendo allí testimonios arquelógicos, como cuchillos y puntas de proyectiles.
El período agroalfarero de la cultura atacameñadistingue tres momentos: el primero de ellos se sitúa entre los años 400 y 900 de la era cristiana, y se caracteriza por una alfarería roja pulida, por cántaros antropomorfos (con formas de hombre) y el uso de adornos y vasos de oro. El segundo, entre los años 900 y 1.200 de nuestra era, muestra el empleo de una alfarería negra pulida, la influencia de la cultura peruana Tiahuanaco o Tiwanaku, el empleo de las tabletas para aspirar alucinógenos, con figuras esculpidas de hombres, cóndores y felinos, y el uso del tambetá o adorno labial.
El tercer período, comprendido entre los años 1.200 y 1.500, recibe la influencia de la civilización incaica y deja como exponente la construcción de fortalezas o pukarás de piedra rodeadas de murallas con angostas calles y apretadas habitaciones.
La decoración de su alfarería y los dibujos de los petroglifos confirman que los atacameños poseían una cultura con una elevada sensibilidad estética.
El pueblo de los atacameños utilizó importantes técnicas para el desarrollo agrícola, destacándose el regadío artificial mediante un sistema de canales que suplían la falta de lluvias, y las terrazas o andenes que permitían un óptimo aprovechamiento del agua. Cultivaron el maíz, la papa, los frijoles, la calabaza y una especie de tabaco. En la ganadería, domesticaron a la llama y la alpaca, para utilizarlas en la producción de lana y como medio de transporte. La llama, como animal de carga, les permitió hacer largos viajes, para cambiar productos como pescado, guano y hojas de coca.
Aunque se sabe muy poco respecto de su espiritualidad, se piensa que fueron creyentes en una vida futura, debido a la manera en como disponían los entierros con armas, vestidos y objetos de uso cotidiano.
Agricultores del norte
Los diaguitas
Habitaban en la región de los valles transversales, entre los ríos Copiapó y Choapa.
Pueblo agricultor con una organización conocida como sociedad dual (atribuida a la influencia incaica), que se dividía en dos mitades: la de arriba, hacia la cordillera y la de abajo hacia el mar.
De su agricultura, más específicamente de sus cultivos, se sabe que estos se realizaban en el fondo de los valles, siendo irrigados por canales artificiales. De este modo, obtenían cosechas de maíz, papa y algodón, este último utilizado para la fabricación de ropa.
La ganadería practicada era de tipo trashumante, lo que significa que en verano los animales eran llevados a pastar a la cordillera y en invierno a la costa, donde además se proveían de peces, mariscos y animales marinos.
Las construccionesque utilizaban para vivir eran chozas agrupadas en aldeas pequeñas, hechas de ramas cubiertas de barro y techo de paja, a las que se sumaban unas bodegas subterráneas empleadas para almacenar maíz y otros alimentos.
Se desconoce cuáles eran sus prácticas religiosas, pero se piensa que creían en la existencia de una vida extraterrenal, por el cuidado que ponían al momento de enterrar a sus muertos, depositando cántaros con alimentos y otras ofrendas. Con el tiempo, fueron mejorando la calidad de las sepulturas, hasta confeccionar verdaderos ataúdes de piedra.
Los diaguitas fueron expertos artesanos, tanto metalúrgicos como alfareros, e incorporaron a los adornos de oro y plata, piedras semipreciosas como el lapislázuli. Su cerámica destaca por sus vasijas decoradas con diseños geométricos en rojo, blanco, amarillo y negro, especialmente aquellas conocidas como jarro-pato y una forma de jarrón adoptada de los incas llamada aríbalo.
Pescadores del sur
Chonos y cuncos
Habitaron la parte del sur austral, incluyendo los actuales Archipiélagos de los Chonos y de las Guaitecas, donde navegaron por los canales y por el tempestuoso Golfo de Penas.
Los chonos (pescadores) se mezclaron con los cuncos (agricultores), imponiendo su carácter de pueblo marítimo. Practicaban la pesca y también la cacería de lobos marinos, para lo que utilizaban las embarcaciones construidas por ellos, llamadas dalcas.
Estas eran tres tablones que habían sido curvados con agua y con fuego, y que estaban unidas entre sí mediante fibras vegetales. Habitaron la parte del sur austral, incluyendo los actuales Archipiélagos de los Chonos y de las Guaitecas, donde navegaron por los canales y por el tempestuoso Golfo de Penas.
Existe evidencia de la presencia de algunos objetos al parecer de origen polinésico, como el remo de paleta ancha denominado pagaya y el empleo de un ancla de madera y piedras llamada sacho, lo que teóricamente confirmaría los viajes de grupos polinésicos a las costas de Chile, y especialmente a Chiloé.
Su organización social consistía en bandas muy pequeñas que solo se mantenían permanentemente unidas a nivel familiar. Las mujeres participaban en actividades económicas básicas, mariscando en las playas; criaban perros lanudos, cuyo pelo era aprovechado para fabricar telas muy toscas.
La alfarería aparentemente les fue desconocida, pero fabricaron lanzas, masas o garrotes, anzuelos de madera y redes de fibra vegetal.
Cuando los chonos no estaban navegando, vivían en armazones de cuero y madera o en cavernas naturales.
Los más australes del mundo
Los yaganes
Al sur de Estrecho de Magallanes y hasta el Cabo de Hornos, entre islas y canales navegaban los yaganes.
Poseían embarcaciones que construían de cortezas de árbol, principalmente de roble, las que tenían una longitud de hasta cinco metros.
Los yaganes aprovecharon las condiciones de habitabilidad de las islas, pasando bastante tiempo en tierra, donde levantaban toldos cónicos con armazón de ramas cubierta de pieles. En el interior de estas viviendas, se cavaba el piso un nivel más bajo que el de la tierra, a fin de protegerlas del frío y de los vientos; y se mantenía siempre una fogata encendida en medio. Cubrían sus cuerpos con grasa de lobo marino, y vestían solo una corta capa de pieles que les llegaba hasta la cintura.
Cuando el tiempo era extremo, como en los meses nevosos, calzaban mocasines de piel.
Eran también expertos fabricantes de cestos, los que utilizaban para guardar sus pertenencias, alimentos y trasladar objetos.
Además de la vestimenta, los yaganes gustaban de usar adornos, como collares hechos con cuentas de concha o huesos, pulseras de cuero y diademas de plumas.
Respecto de su organización, y por su condición de aislamiento, este pueblo no presentaba diferencias sociales ni jerárquicas, reconociendo solo al padre como figura principal.
No obstante su incipiente desarrollo, los yaganes tenían una compleja creencia religiosa, que se manifestaba en la adoración de un ser supremo invisible, creador y ordenador de los hombres y la naturaleza. Suponían que los espíritus de los muertos se dirigían hacia una especie de paraíso en el cual siempre brillaba el sol.
Pescadores del sur
Chonos y cuncos
Habitaron la parte del sur austral, incluyendo los actuales Archipiélagos de los Chonos y de las Guaitecas, donde navegaron por los canales y por el tempestuoso Golfo de Penas.
Los chonos (pescadores) se mezclaron con los cuncos (agricultores), imponiendo su carácter de pueblo marítimo.
Practicaban la pesca y también la cacería de lobos marinos, para lo que utilizaban las embarcaciones construidas por ellos, llamadas dalcas. Estas eran tres tablones que habían sido curvados con agua y con fuego, y que estaban unidas entre sí mediante fibras vegetales. Habitaron la parte del sur austral, incluyendo los actuales Archipiélagos de los Chonos y de las Guaitecas, donde navegaron por los canales y por el tempestuoso Golfo de Penas.
Existe evidencia de la presencia de algunos objetos al parecer de origen polinésico, como el remo de paleta ancha denominado pagaya y el empleo de un ancla de madera y piedras llamada sacho, lo que teóricamente confirmaría los viajes de grupos polinésicos a las costas de Chile, y especialmente a Chiloé.
Su organización social consistía en bandas muy pequeñas que solo se mantenían permanentemente unidas a nivel familiar. Las mujeres participaban en actividades económicas básicas, mariscando en las playas; criaban perros lanudos, cuyo pelo era aprovechado para fabricar telas muy toscas.
La alfarería aparentemente les fue desconocida, pero fabricaron lanzas, masas o garrotes, anzuelos de madera y redes de fibra vegetal.
Cuando los chonos no estaban navegando, vivían en armazones de cuero y madera o en cavernas naturales.
Cazadores terrestres insulares
Los onas o selk´nam
Este pueblo se aposentó en la Isla Grande de Tierra del Fuego y ya estaban en este lugar cuando se formó el Estrecho de Magallanes, que separó la isla del continente.
Los onas o selk´nam habitaban en la Isla Grande de Tierra del Fuego, y como desconocían la navegación, se supone que estaban en este lugar cuando se formó el Estrecho de Magallanes, que separó la isla del continente.
La variedad de alimentos con los que contaban, tales como guanacos, aves, huevos, vegetales y productos marinos, los llevó a dividirse en grupos de parientes que tenían su propio territorio, generándose disputas cuando los terrenos eran invadidos por personas ajenas al linaje.
Aunque las familias eran nómadas, algunas solían vivir en un mismo lugar, fabricando toldos conformados por un armazón de ramas entrecruzadas y cubiertas por cueros, donde se mantenía una hoguera que los calentaba.
Cuando se desplazaban, se hacían acompañar de perros domésticos. Las mujeres trasladaban las pertenencias, como canastos de fibras vegetales y recipientes de corteza de árbol, y los hombres llevaban armas para cazar o defenderse.
Para la caza utilizaban arcos de grandes dimensiones y lanzas, transportando las flechas en un carcaj (caja portátil) colgado a la espalda.
Su vestimenta estaba hecha de cuero de guanaco o de zorro curtido. Si había mucha nieve, cubrían sus pies con una especie de mocasines de cuero.
Acostumbraban, además, depilarse el cuerpo y untarlo con grasa de lobo marino. Se adornaban con collares y brazaletes de concha, huesos o piedras, y en la cabeza gustaban de llevar penachos de plumas.
Dentro de la organización social, un personaje de singular importancia era el chamán, a quien se atribuía poderes sobrenaturales y actuaba como curandero, mago o brujo.
Practicaban ritos de pasaje o transición, para celebrar el paso de una vida a otra, siendo la más trascendente la llamada hain, que tenía lugar cuando hombres y mujeres pasaban a la pubertad.
Creían en la existencia de un ser superior llamado Temáukel, el que vivía en un luminoso lugar del cielo y vigilaba a los hombres a través de las estrellas.
Nómades del mar
Los kaweshkar o alacalufes
Este pueblo se ubicó al sur de los chonos y hasta el Estrecho de Magallanes.
El pueblo conocido como kaweshkar o alacalufes se ubicó al sur de los chonos y hasta el Estrecho de Magallanes. Ellos se denominaban kaweshkar, que quiere decir «hombre», un gentilicio que los identificaba como miembros del grupo que navegaba en aquellos sectores.
Los kaweshkar eran nómades del mar. Permanentemente navegaban entre canales y fiordos, serpenteando las islas, que en la práctica eran inhabitables por su abundante vegetación, que dificultaba su acceso.
Construían sus embarcaciones con cortezas de árboles, que luego amarraban a una estructura de palos, convirtiéndose en su hogar en el mar, siendo lo suficientemente amplias como para trasladar a una familia nuclear conformada por el marido, una o dos esposas, un par de hijos y un perro doméstico.
La canoa era un espacio femenino. Aunque en su construcción colaboraban hombres, era la mujer quien se preocupaba de remar. Los hijos eran los encargados de mantener la fogata encendida, la cual se posaba sobre una capa de musgos y ardía en uno de los extremos de la embarcación, protegida por un toldo de cuero. El fuego les permitía calentar sus alimentos (la mayoría de ellos obtenidos del mar), abrir los moluscos, servir como fuente de calor y como señal para evitar que dos canoas chocaran.
Al amanecer, la mujer remaba hacia los roqueríos, donde dejaba a su esposo e hijos varones pescando y cazando todo el día. Mientras tanto, ella dirigía la canoa hacia aguas bajas, donde buceaba o mariscaba con un canasto colgado del cuello, para extraer langostas y erizos.
Esta tarea era exclusivamente femenina, ya que a pesar de su cercanía al mar, los hombres no sabían nadar, y si la embarcación llegaba a volcar, ellos morían ahogados. Antes del anochecer, la mujer remaba nuevamente hacia donde estaban su marido y sus hijos, para recogerlos, comer y pasar la noche en la canoa.
Para protegerse del frío, también cubrían sus cuerpos con grasa de lobo marino, lo que explica por qué prácticamente no utilizaban ropa.
Si bien los alacalufes eran nómades, había ocasiones en que permanecían por varios días en tierra firme. Para ello, construían chozas en forma de colmena, con armazón de ramas recubierta de pasto y cueros. Esto ocurría cuando se producía la varazón de alguna ballena, lo que les proporcionaba abundante alimento, siendo además la ocasión para la reunión de familias que pasaban gran parte del año sin verse. Allí se concertaban rápidamente los matrimonios, pues los jóvenes no sabían cuándo volverían a encontrarse.
Cuando alguien enfermaba o una mujer estaba próxima al parto, levantaban una choza en una isla y permanecían en ese lugar el tiempo que fuese necesario. Si el enfermo llegaba a morir, dejaban esa vivienda armada y colocaban un trozo de cuero negro que flameaba e indicaba que allí vivían los malos espíritus.
Cazadores recolectores continentales
Chiquillanes, pehuenches y tehuelches
Los chiquillanes habitaron en el sector cordillerano que se extiende desde Santiago hasta las cercanías de Chillán; los pehuenches se desplazaban por toda el área donde crecían las araucarias; y los tehuelches fueron los habitantes de la Patagonia.
Los chiquillanes
Los chiquillanes fueron uno de los pueblos recolectores que habitaron en el sector cordillerano que se extiende desde Santiago hasta las cercanías de Chillán. Su subsistencia se basó en la caza de animales como los guanacos, ñandúes y pumas, entre otros.
Acostumbraban a practicar el infanticidio femenino, dejándose caer en verano sobre las rucas mapuches para robar mujeres y alimentos.
Los pehuenches
Los pehuenches (habitantes cordilleranos) también conforman el grupo de los cazadores recolectores continentales. Ellos se desplazaban por toda el área donde crecían las araucarias, de las cuales obtenían el pehuén o piñón, fruto base en su dieta alimenticia.
De su apariencia, se sabe que eran altos y delgados, cubrían su piel con grasa de animal y la adornaban con pinturas azules.
En verano atravesaban la cordillera para asaltar o intercambiar mercancias con los mapuches.
La caza del guanaco les permitía proveerse tanto de carne para la alimentación, como de piel para hacer frente a las condiciones climáticas.
Los tehuelches
Los tehuelches o aonikenk fueron los habitantes de la Patagonia, razón por la cual también recibieron la denominación de patagones.
Cazaban guanacos y ñandúes con boleadoras, arco y flechas, además de recolectar todo tipo de raíces y semillas silvestres.
Eran muy altos (1,75 estatura promedio para los hombres) y sus cuerpos los depilaban y adornaban con dibujos de colores. También se tatuaban los antebrazos, con pequeñas varas que quemaban la piel.
Se vestían con capas de piel de guanaco sujetas a la cintura con una faja, y sus pies los cubrían con una especie de mocasín de cuero muy grueso.
Su estructura social reconoce la presencia de linajes dirigidos por un jefe y la existencia de chamanes.
Al igual que otros pueblos, creían en una vida después de la muerte, y lo manifestaban enterrando a sus difuntos acompañados de armas, utensilios y adornos, en tumbas o cuevas que después cubrían con tierra
La religión mapuche
La visión religiosa del pueblo mapuche era politeísta, es decir creían en varios espíritus y dioses. Su ser todopoderoso era el Pillán o Neguechén.
La visión religiosa del pueblo mapuche se basaba en la existencia de un mundo poblado de espíritus y dioses. Sin embargo, este politeísmo se resumía bajo la existencia de un ser todopoderoso, creador de todas las especies vivas, llamado Pillán o Neguechén, quien habitaba en las alturas celestiales y tenía la facultad de conceder la vida y la muerte. A esta deidad se asociaban manifestaciones de la naturaleza, como los truenos, el fuego, las erupciones volcánicas y los sismos.
Asimismo, practicaban el culto a los tótemes, entre los que se puede mencionar el cielo (huenu), el sol (antü), el mar (lavquen), el río (lenfu), la piedra (cura) y el agua (co). Cada tribu invocaba a su totem respectivo, cuyo nombre era utilizado en los apellidos y del cual descendía de acuerdo a la alianza entre el Pillán y el tótem.
Cuando fallecía un mapuche, su cadáver era ahumado, para conservarlo y velarlo durante varios días. El pesar provocado por la muerte era demostrado con gran dolor, y cuando el nombre del difunto ya no era pronunciado, se lo enterraba vestido con sus mejores ropas y provisto de alimentos, chicha, adornos y armas.
Luego de cubrir el cuerpo con tierra, los familiares consultaban al adivino o dunguve, para identificar quién era el responsable de la muerte y así cobrar venganza. Si no eran compensados satisfactoriamente, atacaban al presunto culpable con el fin de matarlo.
Agricultura mapuche
Los ambientes en los que se desenvolvió la cultura mapuche en Chile, permitieron el desarrollo de una agricultura en pequeña escala con cultivos de maíz, papa, quinoa, y ají entre otros.
La base de la economía mapuche era la agricultura que, según las áreas geográficas en que se ubicaban los grupos, era practicada de diferentes formas: entre los ríos La Ligua y Cachapoal, dependían de la irrigación artificial; al sur del Cachapoal y hasta el río Biobío, de la de secano, y al sur del Biobío, de la agricultura de roza.
Los ambientes en los que se desenvolvió la cultura Mapuche en Chile, permitieron el desarrollo de una agricultura en pequeña escala con cultivos de maíz, papa, quinoa, y ají entre otros.
Los instrumentos agrícolas -de muy poca elaboración- eran un palo aguzado que se utilizaba para abrir agujeros e introducir las semillas; una piedra atada a un mango para romper los terrones, y una horqueta hecha de madera para arar la tierra.
Cazaban guanacos, huemules y roedores, y de la costa lograban extraer pescados y mariscos. Poseían, además, rebaños de ovejas, pero ellas rara vez eran sacrificadas, pues se reservaban como moneda de cambio para comprar a las novias y también para obtener lana.
La vida familiar de los mapuches
Las familias mapuche habitaban en una vivienda denominada ruka, fabricada con postes de madera y tapizada de paja o totora.
El pueblo mapuche se identificaba fuertemente con la naturaleza. Por lo mismo, desde que el niño era pequeño, padre y madre lo llevaban a diferentes lugares. La madre era la encargada de la alimentación, vestimenta y limpieza de sus hijos, así como también de preservar la cultura.
El padre enseñaba a sus hijos las diferentes tareas relacionadas con el campo, como acompañarlo a buscar las ovejas, sacar el cuero de los animales, cortar leña, hacer pan o buscar agua.
Admitían la poligamía, por lo que era habitual que los hombres tuvieran cuatro o cinco mujeres. A mayor cantidad de mujeres, mayor cantidad de bienes, pues ellas tejían mantas, cultivaban y cuidaban a los animales.
Las familias mapuche habitaban en una vivienda denominada ruka, fabricada con postes de madera y tapizada de paja o totora. La ruka no tenía ventanas, y en el centro se colocaba la fogata, que ardía permanentemente, evacuándose el humo a través de un agujero ubicado en el techo.
Ceremonias rituales: machitún y nguillatún
La base de los ritos mapuches era la rogativa o petición. La ceremonia del nguillatún tenía por objeto pedir al Pillán y al totem que beneficiaran al pueblo con lluvias, cosechas abundantes, el aumento del ganado y otros favores.
La ceremonia del machitún se efectuaba para sanar a algún mapuche enfermo. Para ello intervenía un curandero llamado machi, al que se le atribuía poderes sobrenaturales que le permitían comunicarse con los espíritus. En el rito, el machi colocaba hojas de canelo -considerado como el árbol sagrado mapuche- y las encendía mientras realizaba cantos y danzas alrededor del paciente al son del kultrún, un tambor utilizado para invocar la ayuda de los pillanes bienhechores.
Así, cuando la ruca se llenaba de humo, el machi, usando sus conocimientos de hipnotismo, creaba un fenómeno de alucinación colectiva, y fingía clavar un cuchillo en el enfermo. Después «urgaba» en el interior del mismo y les mostraba a los parientes la causa del mal, representada en lagartijas o insectos.
Finalmente, recetaba hierbas medicinales, como boldo, bailahuén, maitén, quillay y arrayán, entre otras.
Un elemento importante en el machitún era el rehue, un poste tallado donde el machi imploraba la ayuda de los espíritus.
Joyas mapuche
Durante el período prehispánico, los mapuches conocían el uso de los metales y fabricaban adornos de cobre y, muy probablemente, de oro y plata.
La platería es una de las manifestaciones culturales que mejor representa al pueblo mapuche, todo su mundo simbólico se expresa en las formas, en los grabados de las planchas de plata, en las figuraciones y en el uso que le dan a las joyas. Durante el período prehispánico, los mapuches conocían el uso de los metales y fabricaban adornos de cobre y, muy probablemente, de oro y plata.
Después de la conquista española y hasta el siglo XIX, los mapuches obtuvieron la plata del comercio de los españoles.
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